Cursos de OSHA 10, OSHA 30, OSHA… se escucha en las esquinas de la Roosevelt en el sector latino, bajo el tren 7
Alrededor de 800 latinos mueren cada año en el trabajo en los Estados Unidos, especialmente en el sector de la construcción. Manhattan se ha construido sobre los cadáveres de cientos de trabajadores inmigrantes llegados en los dos últimos siglos.
New York. Mauricio Hernández. Han tenido que pasar muchos muertos para que por fin se exigieran los cursos de la OSHA (Occupational Safety and Health Administration), la agencia federal estadounidense que regula la seguridad y la salud en el trabajo. Sin estos cursos no se puede entrar a la obra y las empresas que lo permitan recibirán elevadas multas y otras sanciones federales.
OSHA, OSHA, cursos de OSHA, OSHA, OSHA, recitan los volanteros en la avenida Roosevelt, que concentra el mayor número de centros y organizaciones que imparten estos cursos básicos obligatorios para trabajadores de la construcción y otros trabajo con alto riesgo de accidentabilidad.
La decisión, que apenas entró en vigor el 1 de marzo pasado, aunque ha sido una recomendación de varios años de lucha, obliga a todos los trabajadores de la construcción, incluidos los jornaleros, al realizar por lo menos el curso básico de 10 horas para poder entrar a la obra.
Este anuncio disparó todavía más la apertura de centros y establecimientos donde se pueden tomar las clases. Y la demanda sigue creciendo, pero no hay suficientes profesores. Visitamos algunos centros reconocidos y con trayectoria sobre la Roosevelt y la Junction Avenida.
Rosita Cali, al frente de la Cooperativa Artesanal en la 97 con Roosevelt, imparte clases OSHA. “Recuerdo que en 2008 los cursos de OSHA no eran obligatorios y se daban gratis. Entonces teníamos que salir a la calle a buscar a los alumnos. Nadie le daba importancia”, nos dijo Cali, que tras recibir el curso de asbestos y no poder trabajar en la obra decidió servir a la comunidad impartiendo los cursos.
“En esa época había muchos accidentes y mucha negligencia”, dijo Rosita Cali, que junto a Jorge Roldán, instructor reconocido (llevamos una entrevista con él adelante) llevaron los cursos de OSHA al Consulado de Ecuador, donde comenzaron a dictarse gratis. Hoy otros consulados se han sumado a la iniciativa.
A dos bloques de la Cooperativa de Cali, en la 95 con Roosevelt, Rolando Bini, con 18 años de trabajo comunitario a través de su organización non profit ‘Padres en Acción’, incluyó hace dos años dentro de los servicios que prestaba los cursos de OSHA. Trabajó durante un tiempo junto a Rosita Cali, que ahora está al frente de su cooperativa de servicios a la comunidad en otro local.
A dos bloques de allí, el ex bombero José Castellanos, que comenzó a dictar OSHA en un pequeño local que le alquilaban (Roosevelt con 83) hace un par de años, tiene ahora todos los días en su sede de la 74 y Roosvelt a decenas de estudiantes. Castellanos lleva varios años dando los cursos y es reconocido por su trayectoria.
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Regulación y control
“Debe haber una regulación de los cursos, pues hay instructores que hoy quieren ganar más que un profesor universitario de la CUNY”, nos dijo Rodolfo Flores, que comenzó a dictar cursos de OSHA en su sede desde abril, tras llevar doce años impartiendo clases de inglés y cursos especiales a familias y miembros de la Comunidad, avalados por su experiencia y la de American Family, cuya sede está en la Roosevelt con 76.
Ahora se requiere con urgencia de una regulación por parte de OSHA para evitar que oportunistas sin los requisitos necesarios impartan los cursos de OSHA. No se puede jugar con la vida de nuestros trabajadores.
“Conozco un lugar en donde el supuesto profesor nunca ha entrado a una obra y consiguió en Puerto Rico una licencia fraudulenta”, comentó una persona que tuvo una mala experiencia
profesor, que pidió el anonimato. Escuchamos muchas otras quejas, pero ahora es OSHA la que debe tomar cartas en el asunto.