La barranquillera Cecilia ‘Chechi’ Quiñones, ‘La Dama del Vallenato’ y de la construcción en Nueva York
‘Chechi’ Quiñones, víctima de violencia doméstica, sacó adelante a sus tres hijos trabajando en la construcción
New York. Mauricio Hernández. Martha Cecilia Quiñones, la ‘Dama del Vallenato”, llegó hace 16 años a Nueva York en busca de sus tres hijos que habían viajado con su ex marido dos años atrás. Viajó en 2002 con una visa de marino, que no le ha servido para regularizar su situación legal en este país, a pesar de que su hijo mayor, hoy con 32 años y ya ciudadano estadounidense, la pidió cuando cumplió los 18 años.
“Llevo 16 años sin poder regularizar mi situación”, nos confesó Quiñones en el piso sexto de un edificio en construcción en el Bronx, donde es la única mujer dentro de más de 130 trabajadores. “No he sentido el machismo en la obra, al contrario, me tienen admiración, me apoyan, me ayudan con cargas pesadas de madera; soy la consentida de la obra”.
La suerte que ha tenido en su trabajo no la tuvo sin embargo en su matrimonio. A los tres meses de llegar a esta ciudad decidió dejar al padre de sus hijos por violencia doméstica. “Entonces me convertí en padre y madre de mis tres hijos, que hoy son profesionales y fueron mi apoyo anímico para salir adelante”.
“El me golpeaba. Me decía que si llamaba a la policía me iban a arrestar a mi, pues no tenía papeles. Al final lo llevé a la Corte, que le impuso una orden de alejamiento por seis años.
“Al comienzo, sola y con tres hijos, ganaba 130 dólares a la semana como manicurista y no me alcanzaba el dinero para criarlos bien y brindarles un futuro digno en este país”, dijo Quiñones, que hoy es una feliz abuela de tres nietos.
“En las grandes obras no creen mucho en el trabajo de las mujeres, pero
un novio que trabajaba en la construcción me llevo por primera vez”, aseguró Quiñones en una mañana fría de enero, en medio de los baldes con agua que se habían congelado por las bajas temperaturas. “Me quedan 130 armarios por cortar y montar”, dijo sin rechistar Quiñones, entre corte y corte de cientos de tablas de madera, a ritmo de vallenato.
En la soledad de su trabajo, que aprendió a amar con el tiempo, recordaba las fiestas en que de niña acompañaba con la guacharaca a su padre en el Banco Magdalena, la ciudad que la vio crecer, a seis horas de Barranquilla.
Sesenta grados Celcius menos de temperatura había entre las temperaturas de la gélida Nueva York en comparación con los de terruño colombiano en el Banco Magdalena.
En diciembre y comienzo de enero las temperaturas bajaron en Nueva York hasta los (-30) grados centígrados de sensación térmica. “No sentía los dedos, nunca había sentido tanto frío”, nos dijo desde la ventana donde observaba la metrópoli de cemento más grande del mundo.
Quiñones trabaja por contratos. Y cuando termina la obra busca hacer también el contrato de la limpiezageneral. Hay largos periódos en los que no trabaja, como cuando hay demolición
y colocación de bigas, que es exclusividad de hombres. Entonces, es cuando la Dama del Vallenato entre en acción.
Dama del Vallenato
A veces me quedo sin trabajo, desde los seis meses hasta un año. Entonces, sus actuaciones como la Dama del Vallenato, y otros trabajos alternos, le dan el sustento. “Mi sueño fue estar en las tarimas. Mi papa tocaba el acordeón cuando tenía seis años. Yo tocaba la guacharaca y cantaba al lado de mi papa en el Banco Magdalena”.
Los tres hermanos son músicos, con percución y guacharaca. Comenzó a cantar en escenarios hace tres años, mientras colaboraba en coros de grupos y orquestas. “Mi hija Tatiana, de 27 años, hace la segunda voz en el grupo de vallenato donde ella canta.
Mi primera actuación fue un homenaje a Patricia Teheran, que murió hace 27 años. Fue la primera mujer que canto vallenato en Colombia, con el grupo Las Musas.
“Me han dicho solo que hay que esperar un cambio de la ley, y llevo 16 años esperando”, dijo Quiñonez, que tiene tres hijos estadounidenses y que no necesito la visa para un sueño: una familia próspera, feliz y alegre, a ritmo de vallenato.